REVOLUCION MEXICANA.
La Revolución
Mexicana es el movimiento armado iniciado en 1910 para terminar la dictadura de
Porfirio Díaz y que culminó oficialmente con la promulgación de una nueva
Constitución en 1917, aunque los brotes de violencia continuarían hasta finales
de la década de los años veinte.
El
movimiento tuvo gran impacto en los círculos obreros, agrarios y anarquistas a
nivel internacional pues la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos de 1917 fue la primera en el mundo en reconocer las garantías
sociales y los derechos laborales colectivos. Se estima que en el transcurso de
la lucha murieron más de novecientas mil personas, civiles y militares.
Mucha
gente tiene la idea de que la Revolución se inició gracias a Francisco Madero,
pero la realidad es que desde el inicio del mandato de Porfirio Díaz hubo
algunas sublevaciones de personas que pertenecían al antiguo régimen del
liberal Sebastián Lerdo de Tejada. A continuación se enumeran algunas de estas
sublevaciones.
•
1876: Mariano Escobedo
•
1877: Pedro Valdés
•
1878: Lorenzo Hernández, Javier Espino
•
1879: Miguel Negrete, Manuel Carreón, Francisco A. Nava, José del Río
Pero
estas sublevaciones eran de tipo militar para tomar el poder, sin una ideología
de cambio social y económico.
Fue
hasta 1900 cuando surgieron los llamados "Clubes Liberales" en los
que se agrupaban políticos de tradición liberal jacobina.
En
1901 se celebró el Congreso Liberal en San Luis Potosí promovido por Camilo
Arriaga, durante 1902 y 1903 se llevaron a cabo múltiples protestas contra la
reelección de Díaz, quien respondió con cárcel y muerte a los inconformes.
La
acción más significativa fue la pancarta con la leyenda "La Constitución
ha muerto..." en las oficinas del periódico El hijo de El Ahuizote.
Las
libertades de prensa y asamblea, garantizadas en la Constitución de 1857 fueron
suprimidas, además de que las condiciones de miseria y explotación de obreros y
campesinos eran perpetuadas por las concesiones a empresas extranjeras,
latifundios y tiendas de raya fomentadas durante el Porfiriato.
MARIANO
AZUELA GONZÁLEZ:
(1873-1952)
Novelista
y médico, hijo de una familia de comerciantes, Mariano Azuela nació el 1 de
enero de 1873 en Lagos de Moreno, Jalisco. Aunque estudió medicina y la ejerció
profesionalmente, pasó a la historia por su incursión en las letras. Su
producción es muy abundante y no sólo incluye novela, sino también cuentos,
ensayos críticos, biografías y teatro. El primer esfuerzo literario de Azuela
fue Registro, una especie de diario íntimo escrito en 1889.
En
1896 apareció en una revista las Impresiones de un estudiante, su primera obra
publicada. En 1907 se publicó su primera novela María Luisa, en ella aborda los
males sociales desde una perspectiva naturalista.
“Los
fracasados” (1908), “Sin Amor” (1912) y “Mala hierba” (1909) contienen todos
los rasgos que caracterizan a su obra: sátira social, crudo realismo expresivo
y construcción clásica de la novela. Sobre “Mala Hierba”, Wolfgang Vogt
sostiene que es de cierta manera, una obra precursora de la novela de la
Revolución, porque precisamente son los campesinos humillados, presentados en
ella por Azuela, quienes se levantan contra sus amos.
“Andrés
Pérez, maderista” (1911) anticipa el realismo histórico que anima sus
principales obras basadas en el tema de la revolución. Durante el gobierno de
Francisco I. Madero, Azuela se desempeño como jefe político en Lagos, y
posteriormente como director de Educación en Jalisco.
En
1913, a la caída del régimen maderista, participa como médico militar en la
revolución mexicana en las filas de Francisco Villa, este contacto con las
tropas y los grupos revolucionarios le permitió reunir los datos y las
experiencias para exponer una situación tan realista en la sobre “los de
abajo”. Azuela fue uno de los creadores de la novela de la revolución, de
hecho, “Los de Abajo”, traducida a ocho idiomas, representa el punto de partida
de aquellas.
LOS DE ABAJO:
La
novela se sitúa en el contexto de la Revolución Mexicana que sacudió ese país
entre 1910 y 1920 a partir de una serie de luchas y revueltas que intentaron
transformar el sistema político y social creado por el dictador Porfirio Díaz.
Este movimiento que contribuyó a formar el México contemporáneo, no tuvo un
carácter homogéneo, sino que consistió en una serie de revoluciones y
conflictos internos, protagonizados por distintos jefes políticos y militares
que se fueron sucediendo en el gobierno de la nación.
La
Revolución Mexicana fue un conflicto armado, iniciado el 20 de noviembre de
1910 con un levantamiento encabezado por Francisco I. Madero contra el
presidente autócrata Porfirio Díaz. Se caracterizó por varios movimientos
socialistas, liberales, anarquistas, populistas y agrarios. Aunque en principio
era una lucha contra el orden establecido, con el tiempo se transformó en una
guerra civil; suele ser considerada como el acontecimiento político y social
más importante del siglo XX en México.
Los
antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo el
Porfiriato. Desde 1876 el general oaxaqueño Porfirio Díaz encabezó el ejercicio
del poder en el país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 34
años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y
estabilidad política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y
sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la
oposición política al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron
varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el
creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.
El
movimiento revolucionario de México, la forma espontánea en la que los
campesinos engrosan las filas revolucionarias para luchar por sus ideales y
tratar de vencer ante la opresión de los federales.
PRIMERA PARTE (FRAGMENTO):
III
Entre
las malezas de la sierra durmieron los veinticinco hombres de Demetrio Macías,
hasta que la señal del cuerno los hizo despertar. Pancracio la daba de lo alto
de un risco de la montaña.
¡Hora
sí, muchachos, pónganse changos! —dijo Anastasio Montañés, reconociendo los
muelles de su rifle.
Pero
transcurrió una hora sin que se oyera más que el canto de las cigarras en el
herbazal y el croar de las ranas en los baches.
Cuando
los albores de la luna se esfumaron en la faja débilmente rosada de la aurora,
se destacó la primera silueta de un soldado en el filo más alto de la vereda. Y
tras él aparecieron otros, y otros diez, y otros cien; pero todos en breve se
perdían en las sombras. Asomaron los fulgores del sol, y hasta entonces pudo
verse el despeñadero cubierto de gente: hombres diminutos en caballos de
miniatura.
—
¡Mírenlos qué bonitos! —Exclamó Pancracio—. ¡Anden, muchachos, vamos a jugar
con ellos!
Aquellas
figuritas movedizas, ora se perdían en la espesura del chaparral, ora negreaban
más abajo sobre el ocre de las peñas.
Distintamente
se oían las voces de jefes y soldados. Demetrio hizo una señal: crujieron los
muelles y los resortes de los fusiles.
¡Hora!
—ordenó con voz apagada.
Veintiún
hombres dispararon a un tiempo, y otros tantos federales cayeron de sus
caballos. Los demás, sorprendidos, permanecían inmóviles, como bajorrelieves de
las peñas.
Una
nueva descarga, y otros veintiún hombres rodaron de roca en roca, con el cráneo
abierto…
NOVELA TELURICA.
El
movimiento conocido como el realismo social y psicológico de 1915 hasta 1945
tuvo el propósito de describir la sociedad en una manera realistica. El
escritor sirvió como un observador objetivo para detallar la historia, las
costumbres y la psicología del pueblo. La literatura del realismo social emergió
del modernismo para continuar el realismo y el naturalismo del siglo XIX. LA
NOVELA TELURICA, o la novela de la tierra, se refiere a las obras de este
movimiento que pertenecen específicamente a los temas hispanoamericanos. Los
autores de la novela telúrica crearon una realidad detallada y basada en la
historia, la tierra, el pueblo y los regionalsimos de Latinoamérica. Los
escritores más destacados de esta época incluyeron: Mariano Azuela, Martín Luis
Guzmán, Gregorio López y Fuentes, José Eustasio Rivera, Ricardo Guiraldes,
Baldomero Lillo y Horacio Quiroga.
PEDRO PARAMO:
Como
autobiografía de un prosista contemporáneo, Pedro Páramo es también un segmento
biográfico de la trayectoria literaria de Hispanoamérica. Por tal razón, el año
1955 será memorable en los fastos de la producción literaria de México, y su
memoria permanecerá inseparable de la de Juan Rulfo y su obra, cuya
publicación –merecida y gratificante- rompió con augusta magnificencia las
barreras que se oponían al innegable reconocimiento, tanto del autor como del
texto. Una de las mejores, brillantes y más estudiadas obras de toda la América
hispana: 50 años de una historia que sigue contándose.
La
creación de esta novela no sólo es el fruto de una auténtica literatura,
sino que además es la reminiscencia de una historia que, como diría Octavio
Paz, está más allá de las fechas y más acá de los nombres. Y la historia de Pedro
Páramo responde a un mundo imaginario, pero además, encaja en una naturaleza
originaria, nativa, autóctona y petrificada como el diminuto fragmento de
una gran parcela: la cara de la revolución en México.
De
tal manera, hablar de Pedro Páramo es hablar de ésa historia. Es hablar de las
distintas facciones del rostro mexicano. Y es hablar, además, no sólo de facciones,
sino de máscaras siempre cambiantes, bajo las cuales se devela la
expresión de una historia vivida, de una historia no sólo hecha de tiempo. Por
eso el propósito de Juan Rulfo -o por lo menos quería prescindir de ello como
ingrediente literario- no era ubicar en una determinada época unos determinados
personajes, sino situar los imaginados geográficamente, involucrarlos en una
región e incluir, asimismo, los acontecimientos que ahí habían ocurrido. “Pero
sí -dice el autor-, hay ciertos hechos, ahí, que más o menos…” tocan, refieren
la revolución, sería el complemento. Por lo tanto, en la obra no predomina un
trasfondo histórico, pero sí la enmarcan unos factores legítimos e invariables
(lugar, situación, etcétera).
El pueblo que revive Rulfo –pues no cabe la
menor duda de que estaba muerto y olvidado- es aquél en el que pasó la mayor
parte de su niñez. En ese tiempo un pueblo fértil: árboles, agua y, como
resultado, vida. Y después, cuando Rulfo vuelve pasados treinta años, un pueblo
abandonado, fantasmal y desértico: su antítesis completa. Por ésta razón le
adapta el nombre Comala en el relato, pues el comal es un recipiente de barro
que se pone sobre el fuego, donde se calientan las tortillas. Es de allí, pues,
que surge el apelativo de Comala, que significa, por lo tanto, lugar sobre las
brasas.
“Me encontré con un pueblo muerto”, dice Rulfo. Y claro, los muertos
no viven en el tiempo. Eso le dio la libertad para manejar los personajes
indistintamente. Es decir, para dejarlos entrar, y después que se esfumaran,
que desaparecieran.
Pedro
Páramo es el caso representativo del hacendado, del cacique que abundó en
México y que decidía sobre las tierras que trabajaba. De ruin y no escaso
imperativismo -aunque acá no corresponda hacer análisis de conciencia- y
fácilmente irritable, personifica al típico terrateniente déspota que logra,
sin dilucidar un poco la más mínima idea de bien, creerse el dueño de
absolutamente todo lo que le rodea, hasta de las vidas mismas.
LA VORIGINE:
Si
bien es indiscutible que La vorágine de José Eustasio Rivera es una obra de
originalidad mayúscula (bien sea si la tratamos como novela o como documento
antropológico e histórico), tampoco puede negarse que ésta no solamente
respondió al problema concreto de la explotación cauchera en la amazorinoquía
colombiana, sino que hizo eco del interés más general que por entonces
empezaban a manifestar las naciones de la región por el problema de las
fronteras y sus economías extractivas. Es así como aquí se identifican dos
autores que muy probablemente incidieron en la factura de La vorágine, a saber,
el venezolano Samuel Darío Maldonado y el brasileño Alberto Rangel, cuyas
respectivas obras aportan elementos fundamentales para una comprensión más
rigurosa de las circunstancias en las cuales fue producida la más importante
narración occidental sobre la selva y lo salvaje.
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