REALISMO LATINOAMERICANO:
En
América latina imperó la visión realista durante los períodos de gobiernos
militares, en un escenario muy propicio para los autores de esta escuela. El
auge de la diplomacia belicista y la proliferación de hipótesis de conflicto lo
certificaron. A partir de los procesos de democratización de la región en los
'80 y los '90, los países latinoamericanos viraron hacia criterios
institucionalistas. El auge integracionista quedó marcado por proyectos de
distintas características, como la creación del Mercosur, la transformación de
la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en un área de libre comercio y la
convocatoria a una Comunidad Sudamericana de Naciones.
Una serie de episodios
han dado cuenta en las últimas semanas del decreciente espíritu
instituciona
lista que recorre la región: la disputa entre Argentina y Uruguay
por las papeleras, las amenazas de Uruguay y Paraguay de abandonar el Mercosur,
la decisión de Venezuela de alejarse de la CAN y la nacionalización de
hidrocarburos en Bolivia. A ello habría que sumar las cumbres cargadas de
desconfianzas y ausencias, como las de Kirchner, Lula y Chávez en Brasilia
(Mercosur sin Paraguay ni Uruguay), la de Duarte Frutos, Chávez, Vázquez y
Morales en Asunción (los chicos del Mercosur más los hidrocarburíferos), la de
Chávez y Morales en La Paz (sólo hidrocarburíferos) y la de Kirchner, Lula,
Chávez y Morales en Iguazú (grandes del Mercosur más hidrocarburíferos).
Tres
factores pueden ser útiles para explicar el retorno a esta versión de realismo
latinoamericano, en la que cada país busca defender sus intereses. El primero
de ellos apunta al fracaso en transformar el auge integracionista de los '90 en
un proceso confiable políticamente.
El segundo factor es el cambio de
paradigma económico a nivel internacional. Después de un período de auge de los
servicios y las finanzas, el mundo volvió a revalorizar los productos
primarios, como las fuentes de energía.
El último aspecto tiene que ver con el
rol disociador de algunos de los principales protagonistas en la región,
fundamentalmente Estados Unidos y Venezuela. El primero, por su nulo interés en
liderar un proceso cohesionador, y priorizar tratados de libre comercio. El
segundo, por desequilibrar las relaciones en la zona a fuerza de petrodólares.
Y Brasil, que podría haber asumido un rol de "primus inter pares",
nunca demostró vocación por resignar pequeños beneficios propios para favorecer
un proyecto regional.

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